Reseña: Basada en hechos reales (Delphine de Vigan)

Basada-en-hechos Este libro de la exitosa escritora francesa Delphine de Vigan, uno de esos pocos especímenes que pueden vivir de la literatura después de haber tenido la suerte de un inesperado éxito de ventas en varios idiomas, nos traslada, precisamente, al mundo de una escritora que tras la publicación de su última novela, un libro de autoficcción (género entre la autobiografía y la novela, popular entre los escritores y los lectores franceses) donde supuestamente “confesaba” terribles secretos de familia, cae en un periodo seco de creatividad que le lleva a no poder escribir nada, ni siquiera para responder un correo electrónico.

Delphine de Vigan nos ofrece un constructo perfecto dentro de la difícil intersección entre thriller psicológico y novela de autoficción. En el primero de esos géneros es necesaria la presencia de una creciente sensación de amenaza e intriga hasta la imprescindible resolución final para que el lector pueda cerrar el libro y volver a un vida sin sobresaltos. En la autoficción, el pacto novelístico entre autor y lector tiene que ver, más bien, con que lo narrado tiene un gran componente de realidad, es decir, podría ser verdad, y, de hecho, el lector así lo debe percibir. Las características básicas de una autoficción son, precisamente, rasgos claves de la autobiografía: 1) autor, narrador y personaje principal coinciden y tienen el mismo nombre, 2) se narra en primera persona, 3) aparecen datos conocidos del autor y de su contexto geográfico e histórico, y, sin embargo, 4) se permite ficcionar sobre unos hechos supuestamente reales.

Eso se da en “Basado en hechos reales”, un thriller de autoficción. Pero, además, en cuanto a su contenido, a los temas que trata, la autora se arriesga con un difícil equilibrio entre los siguientes:

  • Delphine (D. en adelante), el personaje alterego de la autora, la que ahora no puede escribir, parce estar escribiendo una historia sobre un libro que escribe, aparentemente, otra persona, L., libro, que es el que estamos leyendo y que versa sobre la historia de D. y de L. Es, por tanto, un nudo típico en algunas otras obras literarias. Los lectores asistimos a la historia de la escritura del libro que estoy leyendo, pero además, sin que quede claro, en un juego de espejos, quien de las dos posibles autoras lo está escribiendo.
  • Lo de antes es posible, porque otro tema es el de la suplantación de personalidades, también recurrente en la literatura y la cinematografía.
  • Y claro, la relación de esas dos doblemente posibles autoras y personajes es una relación tóxica; el componente del thriller, el de la amenaza presente. Una de ellas, la que narra en primera persona, nos presenta uno a uno todos los pasos que llevan a una extraña a meterse a vivir en tu casa, e, incluso, a apoderarse de tu identidad.
  • Entonces, ¿qué es verdad y qué es realidad? La confusión entre lo real y lo inventado recorre toda la novela, cada una de sus páginas, en un juego perfectamente orquestado, que en ningún momento deja un punto de referencia para situar la historia en un lugar o en el otro.
  • Finalmente, como tema central, hay una continua, rica, prolífica, aunque no muy esclarecedora discusión sobre el papel del escritor y de la literatura. ¿Se trata de narrar hechos reales?, como parece que cada vez quieren más los lectores y espectadores, o más bien de friccionar realidades que sean incluso más verdad que las reales?

Escher-manosLa novela está estructurada en un tríptico, con los títulos de “Seducción”, “Depresión” y “Traición” y avanza en un esquema de thriller de manera que el lector podrá tener dos finales posibles. En uno el libro lo ha escrito D., y en otro lo ha escrito L. Ese es el juego perfecto que nos presenta la autora. En el camino habrá que reflexionar con ella sobre el papel de la literatura y del escritor en nuestros días, y también sobre la presión de los lectores, editores y medios sobre el trabajo del escritor. Y claro, sobre el sufrimiento del artista ante la imposibilidad de crear, que le puede llevar a la locura.

La novela no nos descubre, quizás, nada nuevo, pero su estructura perfecta, que recuerda a las escaleras de Escher, o a sus famosas manos que se dibujan a sí mismas, no nos dejará hacer una lectura pasiva. Tendemos que tomar partido por D. o por L. Ese es, en mi opinión, el objetivo de este libro.